No es solo esta galería. Es como si el arte estuviera desapareciendo de nuestras vidas y lo peor es que parece que a nadie le importa absolutamente nada. Mis amigos no saben quién es Franz Kline, y cuando a mí familia les hablo de Cy Twombly, me miran como si les estuviera contando una aparición extraterrestre.
El otro día, en una comida familiar, intenté sacar el tema porque me preguntaron que tal iba mi trabajo, y me interrumpieron para hablar de una serie de Netflix. Mi hermana estaba demasiado ocupada revisando Instagram. Y mis padres...bueno, ellos simplemente asintieron con la cabeza, como diciendo "ya está otra vez este con sus cosas de arte", y pasaron a otro tema.
¿Qué nos está pasando como sociedad? Hemos cambiado los museos por centros comerciales, las exposiciones por stories de 15 segundos. El arte, ese que nos hacía pensar, sentir, soñar... se está convirtiendo en un fósil ante nuestros ojos, ante nuestra actitud cada vez más pasiva. Los museos, antes santuarios de contemplación y reflexión, ahora luchan por atraer visitantes más allá de los turistas ocasionales armados con palos selfie, y encima el gobierno de turno nos intentará vender datos de asistencia a los museos que son irreales. No me los creo, porque yo con mis propios ojos veo que es lo que está pasando.
Y no me vengáis con que es cosa de la crisis o de que hay cosas más importantes, siempre ha habido crisis, guerras, problemas...pero el arte siempre estuvo ahí, ayudándonos a procesarlo todo, a darle sentido al caos, intentando mostrarnos otra perspectiva y una explicación asertiva de nuestra actualidad y realidad. Sin arte, perdemos nuestra capacidad de cuestionar, de imaginar alternativas, de soñar con un mundo mejor.
Es muy triste ver cómo los colegios e institutos tratan el arte como si fuera una asignatura de relleno. "Hora de plástica", dicen, como si fuera un castigo. Y luego nos sorprenderemos de que esos chavales crezcan sin saber apreciar o valorar una pintura o una escultura. Hoy en día nadie sabe muy bien que valor tiene el arte.
Mira, yo no me considero un experto aún. Solo soy un chaval intenta profesionalizarse, que trabaja todos los días para que esto cambie. Un chaval al que le duele ver cómo algo tan valioso se nos escapa entre los dedos; porque el arte no es solo cosa de la élite, ni de museos polvorientos, ni de subastas millonarias. Es esa canción que te eriza la piel, ese grafiti que te hace sonreír camino al trabajo, ese libro que te cambia la vida.
Pero bueno, creo que no todo está perdido, que todavía podemos hacer algo. ¿Qué tal si empezamos por nosotros mismos? Desconecta ese live de Tik Tok por una tarde y ve a una exposición; lleva a tus hijos a un museo en lugar de al centro comercial, habla de arte con tus amigos, aunque te miren raro al principio, planta esa semilla del cambio que algún día va a florecer.
Y si eres profesor, por favor, haz que tus alumnos sientan el arte. No les hables solamente de fechas y estilos, que aunque es necesario para el conocimiento, para muchos es tedioso y aburrido. Mejor háblales de cómo una obra puede hacerte llorar, reír o algo tan importante como poder cambiar tu perspectiva vital. Esta miopía educativa está produciendo generaciones enteras incapaces de apreciar la belleza, interpretar símbolos complejos o pensar de manera crítica y creativa. Si dejamos morir el arte, una parte de nosotros morirá con él, y eso, uf...sería la mayor tragedia de todas.
Esta desconexión con el arte no es un fenómeno aislado, sino el síntoma de una enfermedad social más profunda. Refleja una sociedad que ha perdido la capacidad de detenerse, observar y reflexionar, y en nuestra carrera frenética hacia un futuro incierto, hemos olvidado que el arte es el espejo en el que nos miramos como individuos y como sociedad. El arte nos necesita, ahora más que nunca. Y, aunque no lo sepamos, nosotros lo necesitamos a él.
Mucho. No sabéis cuánto.
Texto por Suso Barciela
Excelente texto, con el dolor que sientes no estás solo. ¿Me siento identificado? Sí, puedo recoger experiencias paralelas, sentimientos compartidos. Pero no es momento de hablar de mí. Es un texto fresco, emocional y sincero. Además, expones con claridad y acierto un problema sistemático y, perdón, cultural de nuestro tiempo, ¿de nuestro país? Me atrevo a decir que sí porque he vivido en otros países y ese aire tiene otro aroma. Creo que uno de los principales problemas, en cualquier rincón del planeta, es el móvil... Sumar las horas perdidas daría para muchas visitas a museos, exhibiciones, presentaciones, etc... Algo a lo que sumo, lectura. Conozco a pocas personas que, como yo y probablemente tú Suso, leemos un libro cada semana. Como escritor, como artista, me duele como a ti, compañero. ¡Buen trabajo! Necesitamos ser muchos. Muchas gracias por la estupenda contribución. Juan Guerrero Sánchez, escritor.
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