Dos tipos que fueron muy valientes en su época, no fueron entendidos en su momento (no vieron ninguno de sus edificios materializados) y que a día de hoy, aún cuesta hacerlo. Empecemos por el principio.
Heinz Rasch estudió en 1916 en la Escuela de Artes y Oficios de Bromberg , de 1920 a 1923 estudió arquitectura en las universidades técnicas de Hannover y Stuttgart y empezó a dedicarse a la fabricación de lámparas y sillas de madera. Compaginaba su oficio con el de jefe de prensa para la exposición de edificios de Stuttgart en 1924, y en 1926 se encargaba de la edición de la revista especializada Die Baugilde (BDA). Ese mismo año, y hasta 1930, él y su hermano Bodo Rasch (1903-1995) dirigieron una oficina de arquitectura, muebles y publicidad en Stuttgart.
En 1930, Rasch llegó a Wuppertal para realizar varios edificios nuevos para el químico y fabricante de pinturas Kurt Herberts. Su amistad con Willi Baumeister y Oskar Schlemmer (todo hay que decirlo) le ayudó a conseguir esta oportunidad que no desaprovecharía. A raíz de eso, abrió un "New Arts Study" en 1945 en Döppersberg, y fue donde emergió como organizador de muchas exposiciones de arte, siendo figura fundamental en la reconstrucción de la vida artística de Wuppertal. Además, Rasch estaba en la junta directiva de la asociación de museos y arte y estaba organizada en la Asociación de Arquitectos Alemanes.
Su principio de construcción, en el que el edificio estaba suspendido alrededor de pilares de acero o un núcleo de hormigón, todavía se utiliza en la actualidad.
Con duro trabajo, pasó de ser pionero de una nueva idea a ejecutor del "funcionalismo de la industria de la construcción". Este fue el término acuñado por el director fundador del Deutsches Architekturmuseum, Heinrich Klotz, para describir una práctica modernista que firmaba su paz con programas mínimos y no se preocupaba por diseños pensados o cuestiones más profundas sobre el significado de la arquitectura. El funcionalismo ante todo, en su máxima expresión.
En la actividad constructora de principios del siglo XXI se vende por completo la moralidad de un estilo que cada vez más agoniza de muerte, y eso que hay un empeño (que no logro entender) de los nuevos arquitectos de desempolvar una práctica que más que servir, ensucia y desvitaliza de alguna manera el paisaje y el rostro de las ciudades. Se estandariza de tal forma que pasa a formar parte de un entramado que acaba siendo más serial que elaborado. Las nuevas construcciones rinden homenaje a un "estilo Bauhaus", pero que en realidad nunca existió...al menos de esa forma. Los edificios históricos existentes, estuvieran o no catalogados, se ponen a la venta. Si acaso, se reducen a fachadas dignas de ser conservadas. La máxima finalidad que se le puede dar al edificio es su conversión en un centro comercial cubierto, y esto hace que cada vez más, las ciudades de hoy se compongan de "zombis" construidos desprovistos de una historia, un presente y un futuro. Esto es algo que seguro que a los sevillanos nos suena, pero no soy nadie para meter el dedo en la llaga.
Junto a esta práctica constructiva se encuentra el negocio de la memoria, que se ha delegado en los museos y en los medios de comunicación. Las exposiciones de arquitectura nos muestran lo que el Modernismo podría haber logrado. Y es que lo que los arquitectos y diseñadores podrían haber hecho si dejáramos de condenarlos a vestir diseños banales ideados por inversores con una vestimenta de lo más ostentoso posible.
Volviendo al tema por donde íbamos, antes de crear la empresa, Heinz Rasch (1902 - 1996) estudió arquitectura en las escuelas técnicas superiores de Hannover y Stuttgart. Quiso completar sus estudios con Paul Bonatz, autor del diseño de la estación de tren principal de Stuttgart, entonces en construcción. Con un proyecto de estudio, Heinz Rasch se encontró inicialmente bajo la tutela de otro profesor de Stuttgart, Paul Schmitthenner. Rasch había propuesto un "arco de la colina para mi idea de una villa en una ladera". Se trataba de un primer ejemplo de arquitectura orgánica que Schmitthenner rechazó enérgicamente, acusando a Rasch de tener una "mente desenfocada". En un artículo autobiográfico escrito en 1990, Rasch señala que esta humillación pública en la universidad estuvo "subconscientemente presente en todos mis diseños" a lo largo de su vida. Una idea terrible.
Este y otros episodios de la vida y la obra de los dos diseñadores son esbozados y estructurados por Annette Ludwig en su precisa e inteligente monografía sobre los "Architekten Brüder Heinz und Bodo Rasch", publicada en 2009. La autora documenta cómo Heinz Rasch escribió casi a diario a su novia y posterior esposa Jutta Kochanowski sobre la vida y el trabajo entre 1926 y 1930, a lo que añadió fotos y pequeños dibujos. La correspondencia también describe diversos éxitos y acontecimientos, como la visita de Mies van der Rohe, que concretó los planes para la finca Weissenhof en el despacho de Rasch, sin olvidar los informes sobre contratiempos y dificultades económicas.
DEMASIADO EN POCO TIEMPO
En menos de cinco años trabajando y diseñando cosas juntos, su estudio de construcción se ocupó de "edificios de exposición y publicidad" (sobre todo del diseño de stands para ferias), construyeron una vivienda unifamiliar y publicaron cinco libros, como resumió más tarde Bodo Rasch de forma escueta el periodo. En 1927, el dúo diseñó la casa para su tío en Bad Oeynhausen. "El deseo de que los edificios sean honestos significa que el contenido de una casa debe converger con su apariencia", afirmó Heinz Rasch. La villa para Ernst Rasch está formada por cubos de ladrillo interpenetrados de diferentes alturas. No en vano, el promotor era un conocido de una familia local de ladrilleros. Los propietarios posteriores "desvirtuaron el edificio realizando innumerables cambios en él", escribe Annette Ludwig. Por eso, entre otras cosas, ahora parece un cubo blanco de la Bauhaus.
LA IMPORTANCIA DE EXPLICAR CON TUS PROPIOS EJEMPLOS
Por ejemplo, es en este libro donde presentan por primera vez su proyecto visionario más importante, la idea de las casas suspendidas. Además, el mobiliario que los Rasch diseñaron para las casas Weissenhof de Mies van der Rohe y Behrens se encuentra en sus publicaciones. En 1928 apareció una versión modificada, menos cargada de anuncios, dedicada a los "materiales y estructuras para la fabricación industrial". Ese mismo año, escribieron y diseñaron "Der Stuhl", de algo menos de 60 páginas y reeditado en 1992 por el Vitra Design Museum. En él, Heinz y Bodo Rasch (en contra del orden alfabético, el nombre del mayor de los dos siempre aparecía en primer lugar) esbozaron la transición de la producción artesanal a la industrial de muebles y, utilizando ejemplos de cómo desarrollaron sus propios muebles y también diseños de Mart Stam y Mies van der Rohe, describieron cómo cambió la estructura de los muebles debido a los nuevos métodos de producción y usos.
En 1930 publicaron su obra sistemática "Zu - Offen", que ofrecía una visión general de los tipos de productos contemporáneos para puertas y ventanas. "Gefesselter Blick" fue el nombre de su siguiente volumen, que contenía 25 breves textos monográficos sobre diseñadores publicitarios seleccionados, desde Willi Baumeister hasta Piet Zwart, pasando por Max Bill, Walter Dexel, John Heartfield, El Lissitzky, Laszlo Moholy-Nagy, Kurt Schwitters, Mart Stam y Jan Tchichold. Aquí también se incluyeron los creadores y diseñadores Heinz y Bodo Rasch, con declaraciones programáticas, y es justo que sus nombres aparezcan junto a los de diseñadores que hoy son mucho más conocidos.
Heinz y Bodo Rasch llegaron a las manos por cuestiones de derechos de autor y dejaron de trabajar juntos. Las razones no fueron sólo el impacto de la Gran Depresión, sino también el cambio de circunstancias vitales (ambos se habían casado, Heinz en 1930, Bodo en 1931). Tomaron caminos distintos y sólo se comunicaban por carta. Algunos de sus diseños, por ejemplo los de las innovadoras casas suspendidas, figuran en las colecciones del Centro Canadiense de Arquitectura de Toronto, el MoMA de Nueva York y el Deutsches Architekturmuseum de Fráncfort, que han cedido obras a la exposición de Herford.
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