Siguiendo con el calendario de exposiciones previsto, el CAAC ha presentado
esta mañana una exposición sobre el artista Rubén Guerrero (Sevilla, 1976),
dónde se recorren los diez últimos años de su trabajo. La exposición se podrá
visitar desde el jueves 7 de abril hasta el 11 de Septiembre de 2022. Podéis
ver el horario de visitas del CAAC a través de este enlace: Centro Andaluz de Arte Contemporáneo - Información general
(caac.es)
Esta vez, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo nos trae una nueva propuesta muy interesante, una muestra dónde se recoge, a través de más de cien obras, entre pinturas, dibujos y maquetas su trayectoria artística de los últimos 10 años del artista Rubén Guerrero. Esta exposición se incluye dentro de la programación anual del centro, entre las que se dedica algún artista andaluz de media carrera, y que destaca dentro de su generación, que ya tiene tras de sí una trayectoria consolidada.
Rubén Guerrero nace en Utrera en 1976, y es licenciado por la Facultad de Bellas Artes de Sevilla en la especialidad de Pintura. Su obra está reconocida a nivel nacional e internacional y forma parte de colecciones como Related Group Miami, Sammlung Friedrichs (Bonn) del DA2 de Salamanca, entre otras. También su trabajo se ha expuesto en diversos museos como el CAC de Málaga, Matadero (Madrid) y en el museo Villa Croce de Génova, etc. El artista forma parte de la escudería de la galería Luis Adelantado de Valencia, también ha expuesto en las galerías Rafael Ortiz de Sevilla y en F2 de Madrid, y ha participado en ferias como ARCO, la Feria de Arte Contemporáneo de Shangai, entre otras.
La exposición se ubica en el claustro sur, con la particularidad de que también exhibe maquetas con las que construye sus obras, que utiliza como paso previo o coetáneo a la creación, haciendo ver el peso del proceso pictórico que tiene la obra de este artista. La idea del cíclico, los motivos que se repiten la hibridación de imágenes, objetos que quieren ser pinturas, todos esos elementos que hacen que la pintura cobre sentido, tanto en lo técnico como en lo estético. Para esta ocasión, Rubén presenta más de un centenar de obras, entre lienzos, papel y maquetas, repartidas en cinco salas, en la que quiere presentarnos una reflexión sobre los propios fundamentos de la pintura. Él mismo cuenta que intenta huir de los personajes, porque “son demasiado enfáticos”, y quiere centrarse más en los elementos gráficos, no imponer y dejar más libre la voluntad de los objetos para convertirse en pintura.
Para ello realiza un ritual metodológico por el cual la pintura sufre mucho
cambio y la maqueta desaparece y se convierte en pintura. En la visita guiada
que nos hizo, reconoció que no trabaja con un concepto a priori, pues acaba
aburriéndose de él, y quiere que cada obra tenga una condición individual y se
defienda por sí mismo. La temática común de la obra de Guerrero es renunciar a
la representación del espacio y al concepto de cuadro/ventana, haciendo
imágenes que en ocasiones se convierten en maquetas, y que al fin y al cabo
están al servicio de la pintura. Su pintura quiere transgredir los límites y
fomentar nuevas líneas de desarrollo, y como dice el crítico Joaquín Jesús
Sánchez, su obra “produce una cascada de espejismos: lo abstracto está extraído
de lo concreto, lo industrial que es doméstico, lo azaroso que es premeditado. Este
continuo escapismo de su obra permite una cascada igual de fragmentaria y rica
de sus interpretaciones.”
La cuarta sala está dedicada exclusivamente a sus trabajos en papel, y pienso que es la más afín al lenguaje del Rubén Guerrero que conocemos. Hace unos meses, la galería Rafael Ortiz exponía una serie de trabajos de Guerrero sobre papel, y es en el CAAC donde termina de reivindicar la importancia que tiene este material. Las obras se configuran como un gran cuadro, donde los aspectos gráficos cobran mucha relevancia. Para Guerrero, lo que empieza en un sitio siempre acaba en el mismo punto, y esta muestra es una gran prueba de ello.
Sin embargo, y pese al riesgo que esta novedad supone con respecto al
protagonismo que en su pintura tiene lo autorreferencial y el proceso de
creación de la imagen pictórica, el espectador no debe despistarse y tiene que
concentrar su atención especialmente en sus cuadros y en las relaciones que en
las diferentes salas se establecen entre ellos. Un factor para tener en cuenta
es su admiración a los grandes maestros, Mondrian, Paul Klee… de los que coge
algunos conceptos, los transforma y lo acerca a su manera de crear.
Acepta los estándares del arte del que coge la inspiración, pero transforma los conceptos para desvincularlos del significado primitivo. Como dice Ulloa: “las maquetas no ocupan el lugar de un modelo, no se plantean como una imagen dispuesta para ser trasladada a la tela, sino que atienden quizás más a una lógica que plantea alteraciones en la percepción” y creo que no puede tener más razón, porque lo que Rubén intenta es descontextualizar esos objetos a través de su prisma dando este resultado tan atractivo y sofisticado. Recorrer por tanto, los últimos diez años de Rubén Guerrero es atender su idea de la pintura como voluntad de objeto.
Corrección y edición de texto por Ana Muñoz-Manero
Aquí os dejo unas fotos de la visita:
Los cuadros son ventanas a mundos emocionales. En su marco, cada obra es un susurro visual que transforma paredes en galerías personales, coloreando el hogar con la paleta de la emoción.
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