Lo que podemos ver en la exhibición, es el conjunto de 11 obras de gran formato, realizadas con materiales textiles, pero con un concepto claramente cercano a lo que llamamos instalaciones artísticas. Las artistas que se dan cita en esta muestra son: Hellen Ascoli (Guatemala, 1984), Paola Besana (Italia, 1935-2021), Ulla Von Brandeburg (Alemania, 1974) Sheila Hicks (Estados Unidos, 1974), Belén Rodríguez (España, 1981) y Pae White (Estados Unidos, 1963).
Me llama la atención mucho el papel reivindicador de esta exposición, pues coincide con el día Internacional contra la violencia de género, y que todas las artistas sean mujeres solo deja en evidencia la tradición histórica la relación de las mujeres con este material, y de como a través de esta cita se nos recuerda el poder, la capacidad y la importancia del papel de la mujer en el arte contemporáneo.También me llamó la atención que fuese un hecho intergeneracional, donde el espacio este supeditado a lo textil, donde prima el aspecto bidimensional a veces, aspectos técnicos y de emoción otras, donde tú mismo/a formas parte de la obra.
Las piezas de estas artistas, qué son en su mayoría de gran tamaño, tienen como principal característica la abstracción y el color, y han transformado de manera radical los espacios en los que han sido instaladas, tales como la antigua iglesia, la sacristía, la capilla de Afuera o el mismo refectorio, creando así un paisaje nuevo e inesperado. Como bien dijo Juan Antonio Álvarez, el textil es un material que se ha explorado en estos últimos tiempos por numerosas artistas actuales, haciendo que también se haya producido una recuperación de creadoras históricas que venían utilizándolo a lo largo de su trayectoria, cómo Sonia Delaunay o las mujeres de la Bauhaus.
Quiero insistir en que este medio artístico tiene unas características propias que lo hacen especialmente singular propiciando tanto su especificidad, como también su constante interrelación con otras disciplinas artísticas. Una de las cosas más destacables son por ejemplo la sombra y, qué destaca su carácter híbrido y tradicionalmente asociado a la producción cultural femenina, favorece un escenario especialmente connotado en el que debemos situarnos siendo conscientes de sus implicaciones estéticas, pero también antropológicas políticas y coloniales.Otro aspecto que se busca con esta muestra es buscar una singularidad a través del lugar donde se exponen las piezas y crear así un diálogo con los espacios cargados de historias a lo largo de los siglos, como la zona monumental del antiguo monasterio cartujo donde Colón fue enterrado, la misma sala donde se ubican tres impactantes obras de la estadounidense Sheila Hicks, que merecen la pena ser vistas en persona y empaparte de las mismas.
Por todo ello, se ha trabajado con aquellas artistas que, investigando de manera continuada con textiles, tienden además a lo instalativo, y así, de esta manera sumando otro medio artístico más se produce una nueva hibridación entre lugar y obra con sorprendentes resultados. Nunca olvidemos que el textil abriga, y como las mujeres y madres, representan ese calor acogedor y ese sentido de protección que resulta indispensable para mismamente, la existencia humana.
Suso B
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